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Aniversario 64: Testimonios de exalumnos

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Aniversario 64: Testimonios de exalumnos

A raíz del aniversario número 64 de nuestro colegio, exalumnos de generaciones distintas relatan cómo el SIEB les marcó la vida. Ver más

Aniversario 64: Testimonios de exalumnos

Son 64 años de historia donde miles de estudiantes recibieron la formación ignaciana. Son 64 años de recuerdos indelebles, vínculos de amistad y compañerismo eterno. Y aunque cada década estuvo marcada por distintas contingencias, el sello que el SIEB entrega a quienes pasan por sus aulas se mantiene intacto: entramos para aprender, salimos para servir.

Celebrando el aniversario de nuestro colegio, exalumnos de generaciones distintas relatan cómo el SIEB les marcó la vida, y de paso dejan un mensaje a la comunidad ignaciana de hoy.

 

Andrés Wallis, exalumno de la generación de 1983

Egresé el año ’83 del SIEB (en esos tiempos no le decíamos así, era solo San Ignacio y «El Bosque», en un contexto de colegios de la Cía. de Jesús). Llegué al colegio en 7° básico y me cambió totalmente la vida. La experiencia educativa y formativa me marcó para siempre y buena parte los amigos que hice en esos 6 años de alumno siguen siendo parte de mis mejores amigos hasta hoy. 

En el colegio aprendí que debemos ser parte de la sociedad en la que vivimos y asumir roles y responsabilidades en ella. Ahí nacieron mis intereses por la política y cultivé mi vocación por la ingeniería. Me llena de orgullo ser un exalumno del colegio. Tuve la oportunidad de que mis hijos estudiaran ahí y en ese retorno le devolví la mano al colegio sirviendo como parte del Centro de Padres.

Un juego del mundo ignaciano que ha perdurado por décadas y que, probablemente, solo los exalumnos del SIEB entienden es el “Toy”, o “Estoy” (como se le llamaba antiguamente), que es una especie de fútbol-tenis que se juega gracias a la particular forma del pavimento de los patios, y que tiene una infinidad de reglas que solo conocen los que lo han jugado. 

Yo le diría al colegio: no cambien tanto como para dejar de ser y formar como siempre lo han hecho y cambien todo lo que se pueda para formar a las mejores mujeres y los mejores hombres que construirán el Chile del mañana. Siempre terminaremos saliendo para servir.

 

Francisco Aylwin Oyarzún, exalumno de la generación de 1979

Llegué al San Ignacio El Bosque en 1974, a séptimo básico, proveniente del Saint George (que había sido intervenido por la fuerza aérea después del golpe militar). El San Ignacio queda muy cerca de la casa de mis padres, así que la elección fue fácil. Pertenezco al glorioso 4E que egresó en 1979, y hasta el día de hoy mantenemos amistad y nos seguimos juntando.

Guardo los mejores recuerdos de mi paso por el colegio, con compañeros y profesores que me marcaron para toda la vida y agradezco la formación recibida, especialmente en lo que respecta a la amistad, el compañerismo, el interés por lo que pasa en el país y en el mundo, y el compromiso de los ignacianos con los que más sufren.

Tengo un recuerdo imborrable de nuestra ida a trabajos de fábrica en 1978 (en esa época era voluntario). Felicito que el colegio años después haya puesto esa actividad en carácter de obligatoria. Años más tarde, mis hijos también tuvieron el privilegio de vivir esa experiencia. Les deseo un muy feliz aniversario… ¡y que sean muchos más!

 

Alvaro Aliaga, ex alumno de la generación 1976

Uno de los regalos que Dios me ha dado en la vida, ha sido pertenecer al colegio san Ignacio El Bosque. Yo ingrese en 7º Básico (1971) y el colegio recién cumplía 15 años de su fundación y hoy cumple 64 años y yo aún sigo en él, llevo 49 años en esta institución…Toda una vida¡¡¡

Marcó mi formación como hombre, padre y profesor. Muchas personas han pasado en este recorrido, pero nombro algunos…El Padre Juan Diaz SJ. con su gran carisma y cercanía, el Padre Sergio Erizalde, mi profesor jefe de 3º y 4º Medio marcaron un camino. Mi profesor de Educ. Física Alberto Villarreal, quien me mostró mi vocación de profesor y entrenador de Básquetbol.  Me nombró su ayudante, en 3º y 4º Medio para formar la selección de Mini Básquetbol del Colegio en el año 1974 Y desde esos años no he abandonado los patios y canchas del Colegio.

Aproveché todo lo que me ofrecieron cuando fui alumno, participé en Campamentos, Trabajos de Verano, Comunidades de CVX, Fui seleccionado de Básquetbol, Atleta, miembro del Casi en 3 Gobiernos y todo eso me ayudó para ser la persona que soy y descubrir el valor de mi vocación y mi rol de formador.

En el colegio he podido desarrollar mi gran pasión “El Básquetbol” y esto me ha permitido participar con los alumnos en campeonatos nacionales, sudamericanos y 2 mundiales.

Yo agradezco poder mirar mi trabajo y ver todo lo bueno que tiene nuestro colegio, los increíbles espacios, la infraestructura, los hermosos jardines, los patios y la gran calidad humana de la comunidad del colegio.

En estos patios fui estudiante, formé familia, he sido profesor y formador. Hoy, me quedan pocos años de trabajo, y quiero aprovecharlo y disfrutarlo.

 

Benjamín Amenábar, ex alumno de la generación 2013

Durante mi tiempo en el Colegio, más allá de lo que todos podemos aprender en lo académico, me quedo con las experiencias que viví. Experiencias sociales (Trabajos de invierno, Fabrica, etc.), deportivas (Interescolar y las selecciones), artísticas y de crecimiento (como Scout). Pero, sobre todo, me quedo con las grandes amistades que pude conocer a través de los años y que siguen dando vuelta en mi vida.

El Colegio me enseño valores ignacianos que siempre van a estar conmigo: la solidaridad, la empatía con los demás y, sobre todo, cómo poder ayudar a quienes más lo necesitan.

Compañeros, estamos viviendo tiempos donde nos es difícil vernos, compartir, abrazarnos, expresarnos cariño entre todos, y creo que es importante aprovechar de estar con nuestras familias y seres queridos. Tenemos tiempo para reflexionar y pensar en cómo podemos ayudar. Solo nos queda esperar un poco más y ya verán como la pandemia va a ser solo un recuerdo. Nos volveremos a abrazar, a jugar y compartir y sobre todo a aprovechar las grandes experiencias que este Colegio tiene para entregarles. Les deseo lo mejor a cada uno y a sus familias.

 

Pablo Rencoret, ex alumno de la generación 2009

Para mí el paso por el colegio fue aprender que el verdadero sentido se encuentra creando una comunidad que decidida trabajar conjuntamente por una sociedad más justa. También que la profundidad de los problemas que existen en nuestro país nos exige afrontar los desafíos actuales con dedicación y excelencia. Y que la construcción de una sociedad más justa es un desafío diario y permanente para todos quienes formamos parte de ella.

 

Ignacio Bascuñán, ex alumno de la generación 2012

Creo que lo que más rescato del colegio son los vínculos. Los amigos que me hice durante 14 años como estudiante son personas que hasta el día de hoy me acompañan. Son compañeros de vida. En ese sentido, creo que la experiencia ignaciana facilitó que surgieran esos vínculos de confianza, de respeto, de cariño y de empatía. Y, bueno, cómo olvidar a algunos profesores o personajes icónicos que te marcan (para bien) y te dejan lecciones que nunca vas a olvidar.

 

Pablo Castro SJ, ex alumno y actual capellán del colegio

El colegio —o Dios a través del colegio, según yo— fundó bases profundas de fe, amistad y compromiso.  Me sentí apoyado y querido por personas que hasta el día de hoy son muy importantes en mi vida. Hubo años que también lo pasé mal y me quise ir. No todo fue paz y amor. El paso por el colegio dura muchos años (para mí desde 1° básico), como para pretender que sea todo parejo. Pero al final, experimento un enorme agradecimiento y puedo reconocer las raíces de quien soy en mi familia y mi colegio. El atletismo y Pato Rossel, los Pioneros y Edwin Hodgson, mis compañeros de curso y Juanito Díaz. Y, por sobre todo, la experiencia de conocer y amar a Jesús en los ejercicios espirituales dieron fundamento a mi vocación y mi vida.

 

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