Sebastián Errázuriz Amenábar
El colegio para mi fue un tremendo espacio, único en la vida, donde pude descubrir el potencial que teníamos y la necesidad que tenía el mundo de nuestro compromiso por hacer de el un mejor lugar para todos.
Empresario, emprendedor, soñador
Generación 1995
El colegio para mi fue un tremendo espacio, único en la vida, donde pude descubrir el potencial que teníamos y la necesidad que tenía el mundo de nuestro compromiso por hacer de el un mejor lugar para todos.
Hoy, a más de 20 años de haber salido, todo tiene más sentido. Cuánta entrega silenciosa y llena de comporomiso tuvimos de tantos MAESTROS que con amor supieron encontrar algo especial en cada uno. Infinitas gracias a todo el amor que tantos profesores, auxiliares, curas, apoderados, entrenadores, compañeros más grandes y chicos pusieron en nosotros. Sin duda yo no sería un décimo de lo que soy si esa comunidad orquestada no me hubiese querido como lo hizo.
En el colegio aprendí de todo, me expusieron al fracaso contenido, aprendí a organizar lo que fuera; aún recuerdo que siendo un niño de 15-16 años me iba a compamento de lobezno y a cargo de 90 compañeros de cuarto básico. Hoy sería impensado.
Una vez veníamos de vuelta de Callejones y a uno de los buses se le salió la rueda y no quedó ninguna cagada. Mejor aún eran los campamentos de Scout en que partíamos muchos, quizás unos 100, en tren al sur, era increíble, hacíamos muchas cagadas “sanas”, aprendíamos a cocinar, y cortábamos “un par” de árboles para hacer nuestras mesas, conocíamos un Chile al cual no teníamos acceso, a la vuelta dormíamos en los maleteros. Un año, al llegar a Santiago, mi familia me fue a buscar a la estación de trenes. Llegamos tan, pero tan sucios, con mi hermano que nuestros papás no nos reconocieron.
Sebastian Errázuriz Amenábar
Empresario, emprendedor y soñador www.actitudlab.com
Generacion 1995