El sábado 8 de noviembre el gimnasio nuestrose volvió un espacio de ceremonia al celebrar las Primeras Comuniones de las y los estudiantes de 4° básico, y un niño de sexto. La entrada al sacramento se dividió en dos momentos: en la primera instancia participaron los cursos 4°A y 4°D, mientras que en la segunda lo hicieron el 4°B y 4°C, acompañados por sus padrinos y madrinas, familias, profesores y educadores del colegio.
Ambas ceremonias fueron presididas por nuestro capellán Rodrigo Poblete S.J., y en ellas se destacó el profundo camino de preparación que las y los estudiantes recorrieron para llegar a este día tan significativo para su vida espiritual. Este proceso comenzó hace dos años, cuando recibieron sus Biblias, iniciando un tiempo de formación, participaron de liturgias junto a sus padres acompañantes y en encuentros comunitarios que fortalecieron su fe.
A lo largo del 2025, las niñas y niños también participaron en una visita a la Viña Aquitania, donde recolectaron y pisaron las uvas para elaborar el vino de las ofrendas, símbolo del trabajo y la unión. Además, las hostias con las que comulgaron por primera vez fueron elaboradas por ellos mismos, junto a la coordinadora de pastoral de II ciclo, María José Bravo, en los espacios de Pastoral y Formación, dándole un significado aún más profundo a esta celebración. Y finalizaron el proceso realizando una carta a San Ignacio.
El padre Rodrigo Poblete S.J. destacó:
“La primera comunión, para la espiritualidad ignaciana, es fundamental. Se vuelve a encarnar Jesucristo en nuestra propia vida, cuando uno lo recibe, lo recibe para poder dar y servir en todo aquello que, desde nuestra consciencia, queremos transformar para un mundo más justo, a través de la misericordia de Jesucristo”.
Además agregó:
“Al comulgar por primera vez nos comprometemos a dejar de vivir nuestras vidas como un acto de bondad, y pasar a vivir desde un acto transformador, porque Cristo lo transforma todo”:
Las Primeras Comuniones, la entrada al sacramento, fueron una jornada de alegría, emoción y gratitud, donde las y los estudiantes se sentaron en la mesa con Jesús y compartieron la fe en comunidad, siguiendo el ejemplo de San Ignacio, quien guía nuestra formación. Buscando ser pan que se parte y se comparte.