Noticias

Discurso del rector Jorge Radic en graduación 2018

Discurso_JRADIC-large2
WhatsApp

Discurso del rector Jorge Radic en graduación 2018

Estimado padre Provincial de la Compañía de Jesús, Directores del Centro de Padres, Madres y Apoderados del Colegio, Directores de la Asociación de Exalumnos, querido Centro de Estudiantes, estimado P. Ismael y P. Juan, ex rectores de nuestro Colegio, estimadas Familias y amigos que hoy nos acompañan…

Estimado padre Provincial de la Compañía de Jesús, Directores del Centro de Padres, Madres y Apoderados del Colegio, Directores de la Asociación de Exalumnos, querido Centro de Estudiantes, estimado P. Ismael y P. Juan, ex rectores de nuestro Colegio, estimadas Familias y amigos que hoy nos acompañan, Estimados Educadores del colegio, y especialmente queridos estudiantes de la generación 2018, muy bienvenidos a esta ceremonia.

Nos encontramos reunidos para celebrar el camino recorrido por ustedes y para acompañarlos en el paso que hoy están dando.
No es casual que sea la imagen de la Virgen y la cruz, las que presiden este acto, ambos son signos visibles de lo que queremos que ustedes se lleven como herencia de San Ignacio. El Dios con nosotros, encarnado, comprometido con la humanidad.

Hace ya algún tiempo, el Papa Francisco, dirigió un mensaje a los exalumnos de colegios de la Compañía sintetizando lo esencial que caracteriza a un exalumno ignaciano, él les decía: “El jesuita y por lo tanto aquel que estudió con el jesuita, tiene como su herencia estar en tensión, continuamente en tensión. En tensión entre el cielo, la tierra y él. No puede esconder la cabeza, como hace el avestruz, de la realidad de la tierra”. Nuestra espiritualidad aspira a la plenitud del cielo pero siempre mira la tierra, como el Dios encarnado que nos ama profundamente. Como en la contemplación de la encarnación que nos invita a realizar San Ignacio en los EE.EE.: mirar la redondez del mundo, en la cual están tantas y tan diversas gentes. Asimismo, ver también qué hace esta gente. Las unas y las otras. En tanta diversidad, así en trajes como en gestos, unos blancos y otros negros, unos en paz otros en guerra, unos llorando, otros riendo, unos sanos y otros enfermos, unos naciendo y otros muriendo.

Por ello les invito a mirar algunas claves de la cultura en la que hoy se celebra este acto. Egresan hoy del colegio, en un año agitado y complejo. El 2018, ha hecho visible la crisis de nuestra Iglesia, los relatos de abusos nos han avergonzado y nos han hecho consientes de dinámicas y estructuras que dejaron a las víctimas en abandono y soledad. Las movilizaciones sociales con el lema “ni una más” han puesto sobre el debate la inequitativa división de roles y la violencia ejercida contra la mujer. La crisis migratoria, los problemas medioambientales, nos hablan también de la crisis de un modelo de desarrollo que ha puesto al ser humano ante nuevas formas de explotación.

En la “Sociedad del Cansancio” El filósofo Coreano-Alemán, Byung-Chul Han, nos plantea que occidente vive un momento de quiebre, manifestada en un modelo de desarrollo que ha permitido la explotación del hombre, por sí mismo. La denominada sociedad del rendimiento, ha puesto énfasis en un exitismo personal desenfrenado, “la capacidad de atención profunda y contemplativa, de la cual descienden los grandes logros de la humanidad, está siendo reemplazada progresivamente por la hiperatención y la hiperactividad….se vive con la angustia de no hacer siempre todo lo que se puede… si no se triunfa es culpa tuya… el cansancio de la sociedad del rendimiento es un cansancio a solas, que aisla y divide” de allí la prevalencia de depresión, angustia, el “dopaje” para maximizar el rendimiento.

En este contexto ustedes nos dan esperanza. Los temas de la educación no sexista los han movilizado, se han comprometido a través de formas concretas con la causa ecológica, nos han interpelado y cuestionado, también han sido activos y comprometidos con una iglesia en construcción, como ustedes mismos provocadoramente lo anunciaron. Tenemos en la retina la inauguración de la semana ignaciana de este año, cuando nos sorprendieron rompiendo tradiciones al ingresar juntos como generación: Astral, Brahma, Corona y Dalí intercambiaron polerones para significar que había algo común entre toda la diversidad de intereses y miradas que manifiestan. De esto se trata, menos individuo y más comunidad. Menos exitismo individual y más colaboración.

Querida generación 2018, porque los queremos y porque estamos orgullosos de ustedes, es que les regalamos esta ceremonia, hoy se llevarán la cruz del colegio, el signo más preciado que podemos legarles.
Quisiera profundizar en tres conceptos que contiene este gesto de entrega de la cruz. Sentido, Modo y Comunidad.
Primero, Sentido. No se engañen, este no es el final del camino, es sólo un paso en un proyecto más grande que nosotros mismos. Existe una trampa cuando concebimos la graduación como un acto de cierre, un acto de término, así aislada al final del camino, esa celebración queda inconclusa en su sentido más profundo. Si la graduación es sólo una despedida, corremos el riesgo de entender nuestra vida como una suma de saltos y quiebres fragmentados. Por el contrario, la invitación de esta noche es a entender este momento como parte de un continuo maravilloso que es el proyecto que Dios va formando en nuestra historia. Hay un sentido en todo lo que estamos viviendo, las experiencias acumuladas, no desaparecen en la memoria, la experiencia de estos años queda en nosotros y orientará por siempre el camino.

La etapa escolar es sólo una pieza. El proceso de aprender no está concluido, algo de ustedes queda aquí y mucho de lo vivido los seguirá acompañando.
En segundo lugar, la graduación nos hace explícito un modo. El modo de Jesús, que hemos querido junto a sus padres mostrar. El modo de Jesús no es retórica barata.
Es el Jesús encarnado, el que se encontraron en Santa Adriana, en Picarquín, con el que conversaron en la Población Nogales, en Lipigas y Recicla, al que descubrieron en Talca y en las clases de Ciencias o Lenguaje, al que amaron en P. Hurtado, aquel que los mueve a “perder lentamente la cordura, perdiéndole el miedo a tener rabia, perdiéndole el miedo a tener hambre y sed de justicia, perdiéndole el miedo a tener grandes anhelos y perdiéndole el miedo, a lanzarse al vacío soñando un mundo mejor” (citando sus propias palabras al agradecer el Sacramento de la Confirmación hace muy pocos meses atrás). Abracen el Cristo que reciben hoy, con sus dudas y certezas, en él está el modo de la felicidad más plena.

Tercero, esta celebración es en comunidad, ustedes pertenecen aquí, esta es su comunidad de referencia, aquí se ha desplegado su historia. Hace algunos días atrás les preguntaba a los educadores que los han acompañado, ¿Qué caracteriza a esta generación?. La respuesta fue común: (ustedes) valoran mucho la amistad, se cuidan unos a otros, se abrazan en la mañana, se hacen cariño, saludan a los auxiliares, han aprendido a respetarse en medio de sus diversidades. Uno de ellos ejemplificaba esta unidad en la diversidad contándome: “sin duda darán que hablar en el futuro, hay músicos, hay deportistas, artistas, matemáticos, científicos, políticos, ecologistas, y quien sabe, hasta un buen entrenador para nuestra selección de fútbol”. Así es, en la comunidad no todos piensan igual, no todos tienen los mismos intereses, pero hay cariño y cercanía…pero por sobre todo hay un sentido y un modo que en esa diversidad compartimos.

Ustedes mismos lo expresaron el lunes en la hermosa misa de acción de gracias: “Lo que más destacamos, es el hecho de poder formar y aprender a ser comunidad. A que las necesidades del otro, se vuelvan necesidades propias…”(citando también sus palabras en la acción de gracias).
Vayan más allá de Pocuro 2801, despliéguense pero recordando que lo que logren no es sólo esfuerzo individual, pertenecen a una comunidad, en ella se apoyan, caminen en comunidad, eso los nutre y soporta.

Cuando recuerden su paso por el colegio, perdonen nuestros errores e inconsistencias, hemos querido darles lo mejor de lo nuestro y esa fue siempre la intención, aunque a veces nuestras acciones no hayan sido las que ustedes necesitaban o esperaban.
Al recibir sus cristos bajen y abracen con fuerza a sus padres, no se imaginan el orgullo y la alegría que les invade. Más allá de los aciertos y errores, hoy sólo basta cerrar los ojos y fundirse en un abrazo.

A ustedes papás y mamás, particularmente las 80 familias que hoy también dejan el colegio, Gracias por la confianza y oportunidad que nos dieron de colaborar en la formación de sus hijos. El San Ignacio sigue siendo su casa, no se pierdan, las liturgias, la Kermes y el deporte, estos espacios siguen siendo suyos.
Para todos ustedes nuestra generación 2018, les deseo a nombre de nuestra comunidad, que el camino les sea propicio, que donde sea que la vida les lleve Dios los cuide, la Virgen los cobije e Ignacio los inspire.