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Acción de gracias Confirmación 2020 tercer grupo

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Acción de gracias Confirmación 2020 tercer grupo

A nombre del tercer grupo de estudiantes de IV Medio que recibieron el sacramento de la Confirmación este año, realizó una acción de gracias, Agustín Rodríguez del IV Medio D. Ver más

 

Acción de gracias Confirmación 2020 tercer grupo

A nombre del tercer grupo de estudiantes de IV Medio que recibieron el sacramento de la Confirmación este año, realizó una acción de gracias, Agustín Rodríguez del IV Medio D.

Queridos compañeros, profesoras,profesores, auxiliares, padres, madres, padrinos,         madrinas y todos aquellos que han hecho esto sea posible.
Querida comunidad ignaciana.

Un escritor una vez dijo: “Para que en el carácter de un ser humano se desvelen cualidades verdaderamente excepcionales hace falta tener la buena fortuna de poder observar sus actos durante muchos años. Si esos actos están despojados de todo egoísmo, si la idea que los guía es de una generosidad sin parangón, si hay certidumbre absoluta de que no han buscado recompensa alguna y de que además ha dejado marcas visibles en el mundo, entonces, se está, sin riesgo de error, ante un carácter inolvidable”. 

Comienza, con nuestra confirmación, nuestro camino para convertirnos cada uno de nosotros en un carácter inolvidable. Hoy nos levantamos, así como cada mañana, para dejar nuestras marcas en el mundo, en cada persona. Alegrar el día de muchos cuesta muy poco: una simple sonrisa. Un saludo o un ofrecimiento de ayuda. No hace falta ser un gran cuentacuentos para contar una buena historia, ni ser gran comediante para hacer reír. No hay que ser un gran poeta para conmover y hacer reflexionar. No hay que realizar actos inmensos para provocar el cambio: el cambio lo efectuamos día tras día, decisión tras decisión. Lo efectuamos discerniendo en cada ocasión tal y como San Ignacio nos enseñó. En levantarnos cada mañana a ser promotores de la fe, no hacer la vista gorda, darnos cuenta de que hay cosas que hacemos bien, pero que sin embargo aún quedan cosas por mejorar.

Hoy emprendemos el desafío de trabajar como comunidad en busca de una iglesia más justa e igualitaria para todos. Nos enfrentamos a ese desafío permanente, que nos acompaña por siempre y nos incentiva a ser mejores en cada nueva oportunidad. Nos enfrentamos al desafío de reconstruir nuestra iglesia, ponernos de pie y reconocernos como hijos de Dios llamados a defender los valores de Jesús. A decir acá estamos, frente a la adversidad, frente a la imagen que el mundo se ha creado de la iglesia, acá estamos y estaremos, para combatir con la pobreza, con la injusticia, para compartir lo que nos motiva a seguir el reino de Dios, y para luchar día a día por un mundo mejor.

“Hay hombres que luchan un día y son buenos; Hay hombres que luchan un año y son mejores; Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos; Pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles”.

Esta tarde, nos estamos comprometiendo a hacernos imprescindibles a través de la Iglesia, sin desmerecer a quienes lo hacen a su forma. Ya luchamos contra la inconsciencia unos días en Trabajos de Escuela, Invierno, Fábrica y Verano. Ya luchamos contra el desapego un año combatiendo esta pandemia. Ya luchamos contra la indiferencia 14 años en el colegio. Luchemos toda la vida contra las injusticias. Luchemos toda la vida contra todo lo que no nos permite ser quienes queremos ser y ayudar a quienes más podamos. Hace más de 2.000 años, un hombre nos dejó una vida entera de lucha contra una sociedad profundamente discriminatoria para hacernos libres. Un hombre, con 33 años de sacrificio, cambió el mundo dedicando su vida al prójimo y al más vulnerable. Una persona murió en la cruz, fiel a su palabra, para que recién varios siglos después, el mundo siguiera su propuesta. Jesús apostó al amor. Apostó al servicio y a la felicidad. Apostó a la vida en comunidad. Un viejo proverbio dice: quien planta tamarindos no cosecha tamarindos y apenas hoy, estamos comenzando a cosechar los frutos de 2.000 años de una semilla de lucha contra la esclavitud, racismo y sexismo. La tarea no está terminada, ni cerca de estarlo. ¿Quién dice que 58 jóvenes no son capaces de dejar su vida como cristianos, para generar los cambios que la sociedad necesita, y construir un futuro libre para todos y todas?

Hoy, es el mañana de algún ayer. Tres letras que definen lo que estamos viviendo constantemente. Quizás nunca imaginamos que en algún minuto llegaríamos a este punto de estar tomando este tipo de decisiones. Se veía como algo tan lejano. Algo tan ajeno a nosotros mismos que incluso pensarlo era entre irrealista y utópico. Pues aquí estamos y aquí vamos en nuestro rumbo a dejar nuestra marca. Marcar una vida, más de una, marcar un corazón. Entregar y recibir. Amar y ser amado. Entrar para aprender y salir para servir. “Los ríos no beben su propia agua, los árboles no comen sus propios frutos. El sol no brilla para sí mismo, las flores no esparcen su fragancia para sí mismas. Vivir para otros es la regla de la naturaleza. La vida es buena cuando tu estas feliz, pero la vida es mucho mejor cuando otros son felices. ¡Por causa tuya! Nuestra naturaleza es el servicio; Quien no vive para servir, no sirve para vivir.” Hoy y mañana, viviremos para servir como caracteres inolvidables y como jóvenes imprescindibles. Estaremos en constante movimiento. Estaremos en constantes dudas y aciertos. No será un camino fácil, y seremos nosotros quienes sepamos cuando hayamos cumplido nuestra tarea. Nadie puede cambiar su pasado, pero siempre hay la capacidad de ir construyendo de a poco la persona en la que deseas convertirte. Siempre es posible dejar un poco más. Siempre. Sirvamos con valentía y con deseo de mejorar nuestra iglesia, nuestro país y nuestro mundo.

Qué mejor escenario para entregarnos al sacramento de la confirmación, que este colegio que nos ha formado, nos ha educado. Estas puertas que nos han visto crecer año a año, para llegar a ser las personas que somos hoy día. Qué mejor compañía, que aquellas personas con las que compartimos día a día, que se se entregan a la comunidad para trabajar en favor de todos, que son un ejemplo cada minuto. Aquellos en los que confiamos, a quienes les otorgamos la responsabilidad de apoyarnos en nuestros momentos de duda, en nuestros días de tristeza e incertidumbre, y sobre todo en nuestros días de alegría. Hoy quiero agradecer por todas y todos aquellos que nos han guiado a lo largo de nuestro camino y nos han hecho capaces de tomar esta desafiante decisión. Todas aquellas personas que nos han acompañado a lo largo de nuestra vida, y nos han dado el pie para seguir el camino de Jesús. De no ser por estas, hoy no tendríamos nada que agradecer. Hoy quiero decirles que si estamos aquí confirmando nuestra fe es gracias a su entrega incondicional, a que han trabajado por formarnos y traer al mundo personas de bien, y que ahora nos toca a nosotros. Hoy quiero agradecer por la familia, por los amigos y amigas, profesores, profesoras, auxiliares, padrinos y madrinas. Hoy quiero agradecer por nuestra querida comunidad ignaciana.

Por todo esto, gracias señor.