El martes 4 de octubre, nuestro Colegio se detuvo para acompañar a sus IV° medios en un momento que cada generación vive con el corazón apretado: su último día de clases. Entre abrazos, risas, lágrimas y gratitud, los estudiantes cerraron una etapa que los formó durante años, en los patios, salas y espacios donde aprendieron no solo contenidos, sino también a mirar la vida con profundidad y esperanza.
La comunidad educativa —educadores, compañeros y familias— fue testigo de una despedida marcada por el cariño y el orgullo. En distintos momentos del día, se hicieron presentes los símbolos que dan identidad a nuestra forma de educar: la oración compartida, la reflexión, los gestos sencillos y la compañía fraterna.
Durante la ceremonia en la capilla, el director del colegio, Danilo Frías, los invitó a mirar su historia con gratitud.
“Me imagino que algo pasa en su interior cuando, después de tantos años, dejan el colegio. Han compartido una larga trayectoria en estos patios, con amigos, educadores y tantas experiencias que los han formado”.
“Llegué al Colegio San Mateo gracias a la generosidad de otros. Esa experiencia me enseñó que la vida se abre paso por caminos que uno no siempre espera. Por eso les digo: no se guarden lo que tienen, entréguenlo a los demás. Ustedes pueden transformar el mundo.”
Sus palabras, profundamente personales, resonaron en los jóvenes, invitándolos a reconocer la riqueza que llevan dentro y a ponerla al servicio de otros.
“Ya no tendrán al profesor que les recuerde estudiar; ahora todo depende de ustedes. Comprendan antes de juzgar, vivan con libertad y agradecimiento. Todo lo creado está hecho para ayudarnos a alcanzar nuestro fin: vivir con más vida.”
El día terminó con una de las tradiciones más queridas del colegio: el pasillo de despedida. Entre aplausos, abrazos y banderas, estudiantes desde Pre Kínder hasta III Medio acompañaron a quienes hoy dejan de ser alumnos, pero seguirán siendo ignacianos para siempre.
Con orgullo y cariño despedimos a esta generación que deja huella en nuestra comunidad. Que su paso por el SIEB los impulse a seguir caminando con la misma generosidad y alegría que los caracterizó durante toda su vida escolar.
Entramos para aprender, salimos para servir.